Qué es el mindfulness
Mindfulness se define como estar plenamente consciente en el momento presente, observando con curiosidad y amabilidad lo que está ocurriendo, sin juzgar ni distraerse con el ajetreo diario. Implica estar completamente presente en cada experiencia, ya sea al levantarse por la mañana, realizar tareas cotidianas o enfrentar situaciones difíciles, sin dispersar la atención en otro lugar. Al practicar mindfulness, se ahorra energía y se adquiere una mayor comprensión de lo que sucede en el presente. Esta actitud conlleva cambios naturales en el comportamiento y la actitud hacia uno mismo y los demás, sin necesidad de esfuerzo consciente. Mindfulness es experimentar plenamente sensaciones como el sol en la piel, lágrimas deslizándose por el rostro o la irritación en el cuerpo, así como experimentar emociones como la alegría y la tristeza en el momento presente, sin necesidad de reaccionar de inmediato o expresar pensamientos. Es estar gentilmente presente en lo que está ocurriendo ahora, en cada instante.
Los padres Mindful
La mayoría de los padres naturalmente mantienen una relación consciente y atenta con sus hijos, pero ocasionalmente experimentan momentos en los que reciben comentarios como “Papá, ni siquiera me estás escuchando” o “Mamá, te lo he dicho diez veces ya“. En ciertas ocasiones, pueden darse cuenta de que han reaccionado con irritación a los comentarios de sus hijos, aunque preferirían no haberlo hecho. A veces, pueden sentir que su respuesta no fue clara o consistente, especialmente cuando dicen “no” pero en realidad no están seguros de querer negarse. ¿Cómo es posible que los padres a veces reaccionen con más ira, desagrado o falta de control de lo que desearían?
Esto puede estar relacionado con “viejos patrones” arraigados en su propia juventud. A veces, las preocupaciones y problemas no resueltos del pasado pueden influir en la forma en que responden a sus hijos, especialmente cuando estos están en la adolescencia. Pueden sentirse frustrados al darse cuenta de que están reaccionando de manera obsoleta o poco razonable cuando sus hijos desafían su autoridad o autonomía. Además, los temores del pasado pueden dificultarles expresar claramente lo que piensan.
No hay una fórmula definitiva para ser un padre consciente, pero hay ingredientes probados a lo largo del tiempo que fomentan el aprecio y el entendimiento mutuo. Estos incluyen la amabilidad, la comprensión, la sinceridad y la aceptación. El contacto físico, como caricias, besos y abrazos cálidos, también es fundamental en la construcción de una conexión sólida con los hijos.
No puedes detener las olas
No puedes controlar la naturaleza del mar ni detener el movimiento de las olas, pero sí puedes aprender a surfear, a navegar sin vela. Esta es la esencia de la práctica de la atención plena. En la vida, enfrentamos problemas y experiencias que pueden generar tristeza y estrés. Cuando estás verdaderamente presente en estas situaciones, puedes observar la realidad sin reprimir nada ni dejarte llevar por resistencias. Al aceptar las cosas tal como son, puedes tomar decisiones más acertadas y actuar con mayor claridad después de reflexionar. Reconoces tu irritación o impaciencia en el momento en que surge, lo que te brinda la oportunidad de elegir cómo responder en lugar de reaccionar automáticamente.
Esta consciencia te permite detenerte, respirar y observar la situación con claridad, identificando tus emociones y pensamientos. Te vuelves consciente de las fuerzas que influyen en tus reacciones, lo que te ayuda a evitar ser arrastrado por ellas. En lugar de preocuparte por cómo deberían haber sido las cosas, te enfocas en comprender y aceptar la realidad presente.
Aprender a surfear
El paso más importante para aprender a surfear es: parar un momento y observar. Observar la situación. Al parar te das la oportunidad de reaccionar de otro modo ante las circunstancias en las que te encuentras. Es decir, actuar menos a partir de la frustración o siguiendo el comportamiento automático. Reaccionar con más suavidad, siendo más comprensivo, sin perder los límites de vista. Empiezas a darte
cuenta de que el problema no es la situación en sí, sino que es tu propia reacción ante ella la que la hace difícil. Dani:
A veces aún me enfado, a menudo por las mismas cosas. Pero he aprendido a no volver a reaccionar de forma automática. Me doy cuenta de que tengo poca paciencia y lo acepto. Respiro un par de veces
conscientemente antes de hacer o decir algo. Ello supone una gran diferencia.
Surfear sobre las olas no es uno de los deportes más fáciles. No puedes hacer que las olas sean más pequeñas o que sean más potentes. Vienen y van según su propio ritmo: a veces son altas, a veces son bajas. A veces son muchas (una madre enferma, amigos que se separan, despido inminente, y cosas por el estilo), a veces la superficie del mar está lisa y llana. Al reconocer las olas en tu vida y no reaccionar de forma automática, podrás apreciar que tienes más calma.
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De | Tranquilos y atentos como una rana - Christophe André (p. 17, 23, 27)